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Dicho esto, flexionando sus piernas con las rodillas en el colchón, intentó deshacer la unión que entre ambos existía, pero tomándola por sus nalgas no la dejé izarse iniciando un nuevo movimiento de ascenso y descenso de su cuerpo, observando como sus melones se bamboleaban a pesar de su turgencia, con un movimiento delicioso y sensual. Consiguió no sin esfuerzo, zafarse de mí, antes de que yo me corriese nuevamente y en el instante en que esto sucedía pudimos comprobar los dos que de su coño salían sus efluvios mezclados con mi esperma, siendo tal cantidad que chorrearon por la parte interna de sus muslos cayendo parte de ellos sobre mis genitales y sobre las impolutas sábanas del lecho conyugal. Le rogué que no se fuese, que no necesitábamos comer nada, que estaba deseoso de volver a metérsela con su chumino impregnado de los líquidos dimanantes de nuestro primer encuentro sexual. Desde ayer me sorprendía el lenguaje que mi madre usaba conmigo en todo lo referente al sexo, la verdad es que me complacía que ella se expresase con unos términos tan vulgares que rayaban la obscenidad, aunque me di cuenta que era normal en esos trances ya que yo también los había empleado instintivamente, y que a ambos nos excitaba oírlo. Pudo al fin dirigirse desnuda al baño, donde la seguí también en pelota picada con mi rabo en estado de media erección, colaborando activamente en la limpieza de sus partes y de las mías, y al tiempo que nos besábamos ardientemente nuestras manos no cesaban de explorar todos y cada uno de los recovecos del otro, produciéndonos sensaciones placenteras, acompañadas por risas y sonrisas y algunas frases más bien fuertes que menos: Me produjo un delicioso deleite cuando sus labios atraparon nuevamente mi pija haciendo con unas suaves succiones y movimientos que se enderezara hasta llegar a estar como un mástil y alternaba la chupada con el uso de sus manos para la realización de una mini-paja, y digo esto por no consentir ella que me vaciase, diciendo que me tenía que reservar para luego. Del baño pasamos a la cocina donde continuamos con nuestros juegos mientras preparábamos algo para comer, me situaba a sus espaldas mientras cocinaba y con la punta del glande circundaba su chochete, que no cesaba en su ardor uterino, introduciendo en ocasiones la puntita de mi bálano, lo que hacía que se estremeciese toda ella y a pesar de su fuerza de voluntad para no copular de nuevo, echaba hacia atrás su culo para que se la metiese, pero ahora era yo quien se contenía y no la dejaba, al mismo tiempo que mis manos estrujaban sus pechos con intensidad, pero con dulzura, tiernamente, notando la erección de sus pezones. A pesar de la calentura que teníamos, conseguimos terminar la comida, dirigiéndonos al salón por así quererlo ella, ya que por mi parte nos iríamos al dormitorio directamente, pero mi madre era mujer muy inteligente y sabía lo que sucedería si retrasaba el follisqueo, por lo que en el salón nos limitamos a muchas caricias, muchos roces, muchas palabras soeces que parece nos excitaban grandemente, muchos besos, y muchas simulaciones de coito pero sin llegar a consumar y siempre atenta ella a mi estado para parar cuando notaba el menor atisbo de que me podía derramar. Serían aproximadamente las 19,00 horas y cuando estábamos tan ricamente ocupados en nuestro goce, el teléfono sonó, siendo una llamada de mi padre desde Canadá; estuvieron charlando y mientras intenté una penetración, pero a pesar de estar conversando con una mano no me lo permitió; le dijo a mi padre que estábamos divinamente, que la televisión que veíamos era un rollo y que por eso nos entreteníamos con otras cosas, que ya le contaría que le tenía preparada una sorpresa para cuando viniese, que creía ella que le gustaría y que me pasaba el teléfono para que me saludase, pero poco rato que las llamadas eran muy caras; así lo hizo y mientras dialogué con mi padre, ella, Marina, mi madre, empezó a chupármela con glotonería pero como si fuese una experta, y cuando iba a colgar por estar a punto de vaciarme en su boca, se retiró y al igual que la vez anterior, con una mano apretó fuertemente mis huevos no permitiendo que mi esperma asomase al exterior, permaneciendo dentro de mis pelotas, y con la otra tomó el auricular y se despidió de su marido diciéndole: " hasta que vuelvas cornudo mío, te quiero hoy más que ayer, tu hijo y yo estamos desnudos en el salón, y ya te contaré todo" Me dijo que si me parecía bien nos iríamos a la cama, pero que le asegurase que no tendríamos relaciones completas hasta que no llevásemos un rato largo, puesto que ella no era partidaria del polvo rápido, del aquí te cojo y aquí te mato, que prefería unos largos prolegómenos que nos dejasen listos para las acciones amatorias, a no ser que yo la viese solamente como una hembra para follar; que a mi no me contemplaba así, ya que me quería, no solo como hijo, que eso era innegable, sino como hombre, que sin darse cuenta se había enamorado de mi y que desde hacía pocas horas había pasado de ser un amor platónico a convertirse además en un amor pasional que le hacía desearme totalmente, que me consideraba como su semental y más al ver la herramienta que calzaba. videos porno gratis amadoras bucetas bundas filme porno porno brasileiro porno portugues safadas incesto lesbicas porno caseiro putaria sexo anal travestis xvideos sexo ao vivo camera prive Mientras la tenía entre mis brazos, le dije que sus palabras me hacían comprender que el amor que nos unía era además de filial un amor de hembra a macho y viceversa, que la veía como mi queridísima amante siendo mi anhelo hacerla todo lo feliz posible; que su cuerpo de hembra caliente me había cautivado haciendo aflorar en mi sentimientos hasta entonces desconocidos, que… en pocas palabras: podía hacer de mi y conmigo lo que se le antojase, que era su esclavo, que su olor me embriagaba , que me follase cuantas veces quisiese y que mi amor por ella sería eterno. Además le dije lo que me gustaba oírla decir esas guarrerías cuando estábamos disfrutando, que me ponía aun si cabe más caliente y que creía que a ella le agradaba que se las dijese yo también, que si no era así que me perdonase pero que salían de dentro de mi. Nos dirigimos a su dormitorio, y sobre las manchadas sábanas reiniciamos nuestras caricias amorosas, nuestros excitantes besos por todas las partes de nuestros cuerpos, haciéndonos gemir de goce, no consintiendo mi madre que la penetrase por el culo ni que mis labios se comiesen su clítoris aunque tuvo varios orgasmos con mis mastubaciones manuales, diciéndome que aunque me amaba profundamente y me deseaba bestialmente, esas acciones las dejaría para otro día. Si que puedo decir que la noche fue abundante en escarceos amorosos, en antológicas mamadas de polla y que ambos, Marina y yo, nos corrimos varias veces al unísono, quedando extenuados a media noche. Puedo manifestar que los días que tuve de permiso fueron apoteósicos en cuanto a sexo, que cada día quiero más a Marina.
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